Empresas nuevas, liderazgos viejos
Cuando los profesionales se suman a empresas nuevas, lo hacen con la esperanza de encontrar un estilo de liderazgo acorde con los estándares del siglo XXI. Además, la tecnología y las modernas prácticas de gestión parecen indicar que estas empresas están en sintonía con las demandas cambiantes del entorno laboral.
Pero la entrada en el mundo laboral de profesionales motivados por la innovación y el cambio se ve a menudo empañada por la discrepancia entre las expectativas de un liderazgo vanguardista y la realidad de prácticas obsoletas en algunas empresas emergentes.
Es evidente que, la creación y consolidación de nuevas empresas son fenómenos fundamentales en el desarrollo económico y tecnológico, pero la sorpresa y desilusión que experimentan los profesionales al encontrar un estilo de liderazgo anacrónico y carente de habilidades directivas actualizadas en entornos aparentemente modernos, es un tema que requiere una exploración más profunda.
La paradoja del liderazgo tradicional en empresas innovadoras.
Las nuevas empresas a menudo invierten significativamente en aspectos visuales de la modernidad: tecnología de última generación, espacios de trabajo innovadores, e incluso la adopción de elementos lúdicos y zonas de ocio y descanso.
Estas características estéticas pueden sugerir modernidad, pero con frecuencia encubren un problema más profundo: la persistencia de un estilo de liderazgo anticuado.
La desconcertante realidad es que, a pesar de las apariencias modernas, muchas nuevas empresas mantienen un estilo de liderazgo anticuado. Prácticas como la falta de reconocimiento, la intimidación y la renuncia a asumir responsabilidades persisten, creando una brecha entre las expectativas de los empleados y la experiencia real en el lugar de trabajo.
Liderazgo del Siglo XX en empresas del Siglo XXI: ¿Cómo se manifiesta el liderazgo antiguo en empresas nuevas?
El motivo más evidente es la presencia de estructuras jerárquicas rígidas y centralizadas, donde la toma de decisiones y el control residen en la cúspide de la organización. Los líderes adoptan un enfoque autoritario y directivo, limitando la autonomía y la participación de los empleados en la toma de decisiones.
En algunas ocasiones, se piensa que por adoptar tecnología de vanguardia, renovar su imagen corporativa y emular el estilo de compañías exitosas es la clave de una dirección moderna; la realidad es que no actúan eficazmente como sustituto de un liderazgo efectivo.
Por otra parte, se enfocan en la supervisión constante y el cumplimiento de objetivos a corto plazo, con una cultura organizacional arraigada,
en lugar de fomentar la innovación, la creatividad y el desarrollo a largo plazo. Este estilo de liderazgo puede resultar en una falta de adaptabilidad frente a los cambios rápidos del mercado y una desconexión con las expectativas y necesidades de una fuerza laboral moderna, diversa y ágil.
El síndrome de imitar líderes icónicos del pasado, como Steve Jobs, también ha contribuido a la perpetuación de prácticas de liderazgo ineficaces. Algunos líderes modernos adoptan actitudes impertinentes y prepotentes sin comprender que el genio de figuras inspiradoras no radicaba únicamente en su estilo de gestión, sino en sus logros innovadores.
Estrategias para la adaptación y la innovación en el liderazgo empresarial.
¿Cuáles son los aspectos fundamentales que debe abarcar la organización para implantar un liderazgo más moderno?
1. Desarrollar habilidades de liderazgo adaptativo.
En un entorno empresarial dinámico, los líderes deben ser capaces de adaptar su enfoque de liderazgo según las circunstancias y las necesidades específicas de su equipo u organización. Esto puede implicar ser más orientado a resultados en ciertas situaciones, mientras que en otras se requiere un enfoque más orientado a las personas.
2. Promover la colaboración y el trabajo en equipo.
La colaboración entre diferentes equipos y departamentos puede fomentar la generación de ideas innovadoras y la resolución de problemas complejos. Los líderes deben crear oportunidades para el intercambio de conocimientos y la colaboración entre empleados de diferentes áreas y niveles jerárquicos. Reconocer a los empleados más innovadores y premiarlos hará que se sientan más incluidos y valorados, además servirá de motivación e impulso.
Por otra parte, fomentar la diversidad y la inclusión de perspectivas y experiencias puede ser un motor poderoso de la innovación. Los líderes deben crear un ambiente inclusivo donde todas las voces sean valoradas y respetadas, lo que puede conducir a soluciones más creativas y a una mayor capacidad de adaptación.
3. Invertir en desarrollo de liderazgo.
Los líderes deben invertir en su propio desarrollo y en el desarrollo de los futuros líderes dentro de la organización. Esto puede incluir programas de capacitación, mentoría y coaching para mejorar las habilidades de liderazgo y fomentar una mentalidad de crecimiento en toda la organización.
4. Fomentar una cultura de aprendizaje continuo.
Los líderes deben promover una cultura de aprendizaje continuo dentro de una organización, fundamental para mantenerse relevante y competitivo en un entorno empresarial en constante cambio. Esto implica crear un ambiente donde el aprendizaje sea valorado y alentado en todos los niveles de la empresa. Desde la alta dirección hasta los empleados de nivel inicial, todos deben sentirse motivados y respaldados para buscar nuevas habilidades, conocimientos y perspectivas.
Esto puede lograrse mediante la creación de programas de formación y desarrollo, la organización de sesiones de aprendizaje en equipo, la asignación de proyectos desafiantes y la promoción de la experimentación y la toma de riesgos. Al establecer una cultura donde el aprendizaje sea parte integral de la vida cotidiana en la empresa, se fomenta la adaptabilidad, la innovación y el crecimiento personal y profesional de todos los miembros del equipo.
Para que una empresa nueva florezca en el siglo XXI, la modernización debe trascender la estética superficial y abordar la esencia misma del liderazgo. Los líderes deben ser agentes de cambio, guiando a sus equipos con respeto, inspiración y responsabilidad.
La cultura de dirección y trabajo debe reflejar los valores actuales, asegurando así el éxito presente y futuro de la organización. La frase de Peter Drucker cobra especial relevancia: «La cultura de la empresa se come a la estrategia para desayunar», recordándonos que una cultura organizacional sólida es la clave para la innovación y el progreso sostenible en el mundo empresarial actual.
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